En 1847, La Real Academia instituyó la lectura de los Discursos “de Ingreso”. Era obligado que los candidatos a Académicos los leyeran para ser oficialmente admitidos.
La Real Academia de Gastronomía adoptó el sistema aceptado por el Pleno de su antecesora, la Academia Española de Gastronomía, por lo que se mantiene el siguiente protocolo: el candidato ha de ser presentado por tres Académicos a la Junta Directiva, que lo aprueba o no a la vista de su currículo, sus conocimientos y vocaciones nutricionales y gastronómicas. Una vez aprobado, la Junta traslada la aceptación definitiva al Pleno, que lo recibe y ratifica o no en función de la información recibida.
De tal manera, ocurre que a los Académicos de Gastronomía no se les exige un Discurso para recibir el título, pues ya lo merecen tras los trámites descritos. Pueden, sin embargo, proponer su lectura, tanto para hacer públicos esos conocimientos, como para colaborar en la divulgación de lo que a nuestra Real Academia se le exige como Corporación de Derecho Público que es: La investigación, difusión, promoción y protección de la cultura gastronómica española.
Nuestros Discursos, por tanto, son una expresión de lo que cada uno de nosotros entiende por Gastronomía, dentro del gran universo que incluye además del placer de comer y beber exquisitamente, lo que el medioambiente y la Historia influyen en nuestra cultura y en nuestras formas de cocinar para alimentarnos mejor y más placenteramente, no sólo en la actualidad, sino desde la aparición de los Homos Habilis y Sapiens, evolucionando hacia el “Homo Informaticus” que hoy somos hoy.
Gonzalo Sol.
Delegado de Discursos Académicos